El daño cardiaco asociado al tratamiento del cáncer

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Los avances en el tratamiento del cáncer, una enfermedad de la que cada año se diagnostican cuatro millones nuevos casos en Europa, tienen que pagar en algunas ocasiones un peaje en forma de efectos adversos importantes, como es la cardiotoxicidad.

Hasta un 25% de pacientes que recibe tratamiento con algunos de los fármacos más comunes desarrolla algún grado de toxicidad miocárdica, que puede llegar a ser muy grave y condenar al superviviente del cáncer a insuficiencia cardiaca crónica o, incluso, a fallecer por esta complicación.

Ahora, investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) aseguran haber identificado un marcador muy precoz de daño cardiaco en sujetos que reciben tratamiento con una familia de fármacos muy habituales en el tratamiento del cáncer, las antraciclinas. Este hallazgo posibilitaría el diagnóstico temprano de la cardiotoxicidad asociada al uso de este grupo de quimioterápicos ampliamente utilizados.

Los resultados tienen importantes implicaciones terapéuticas porque, como explicó  Borja Ibáñez, del CNIC y coordinador del estudio, al poder identificar este daño en estadios muy tempranos se podrían "implementar terapias dirigidas a evitar el desarrollo del deterioro de la función cardiaca o llevar a cabo una gestión más adaptada al tratamiento oncológico para cada paciente".

Cabe recordar que actualmente hay tres grandes retos en la cardio-oncología: conocer mejor los mecanismos fundamentales responsables del daño cardiaco asociado a estos tratamientos tan eficaces; realizar un diagnóstico precoz del daño miocárdico, y desarrollar terapias específicas basadas en el conocimiento mecanístico.

Gracias a la resonancia magnética de última generación los investigadores realizaron un estudio con el objetivo de encontrar el marcador más precoz de daño, presente mucho antes de que cualquier otro marcador actualmente utilizado se viese afectado. De esta forma,  "hemos visto que el primer parámetro que se altera es T2 mapping, que nos indica que existe un edema -acúmulo de agua-".

Las mitocondrias son las centrales energéticas de las células cardiacas y un daño permanente en ellas produce una disfunción grave e irreversible del músculo cardiaco. De hecho, una de las posibles terapias basadas en esta investigación que se barajan es el trasplante de mitocondrias, que consiste en el autotrasplante de mitocondrias sanas para remplazar a las dañadas por el tratamiento del cáncer, algo nunca realizado antes y que sería un cambio en el paradigma en el tratamiento de las enfermedades del corazón.

El hecho de disponer de un parámetro precoz de cardiotoxicidad, reconoce Ibáñez, nos permitiría identificar qué pacientes toleran bien el tratamiento con antraciclinas, aunque se hayan utilizado dosis altas y, en el caso de que haya una recaída, "volver a usar esta familia de fármacos a las dosis altas que son eficientes y, si un paciente desarrolla este marcador con menos dosis acumulada de antraciclinas, se puede aplicar un tratamiento cardioprotector preventivo o, incluso, modificar la pauta qiomioterápica".

"En breve vamos a reclutar a 100 pacientes con linfoma que van a recibir tratamiento quimioterápico que incluya antraciclinas a dosis altas. A todos ellos se les realizará una resonancia magnética avanzada antes de cada ciclo de quimioterapia y se les monitorizará de manera muy estrecha", concluyó.

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