El tabaco en el embarazo, un riesgo que llega a las futuras nietas
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Tal y como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Bristol (Reino Unido), las niñas nacidas de madres cuyas progenitoras, o lo que es lo mismo, las abuelas, fumaron durante su gestación tienen un riesgo muy, pero que muy superior de padecer un trastorno del espectro autista (TEA).
"Es bien sabido que proteger a un bebé del humo del tabaco es una de las mejores cosas que puede hacer una mujer para ofrecer a su hijo un buen estado de salud en el comienzo de su vida. Y ahora, nuestros resultados muestran que el no fumar durante el embarazo también ofrece a sus futuros nietos un mejor comienzo", explicó Jean Golding, directora de esta investigación.
Los TEA, como puede ser el caso del autismo y del síndrome de Asperger, son un conjunto de trastornos del neurodesarrollo que aparecen en la infancia y se caracterizan, entre otros síntomas y signos, por un déficit en la comunicación, dificultades para la correcta integración social, una dependencia exagerada de las rutinas, y una gran intolerancia ante los cambios o a la frustración.
Se trata de unos trastornos cuya incidencia, estimada a día de hoy en un caso por cada 100 nacimientos, ha aumentado significativamente en los últimos años. En opinión de los expertos, deben haberse producido algunos cambios en los estilos de vida que, igualmente, justifiquen este mayor número de casos de TEA.
Los autores analizaron los historiales médicos de 14.500 niños británicos y se fijaron expresamente en la ausencia o presencia de tabaquismo durante la gestación de sus progenitores, tanto padres como madres. Y de acuerdo con los resultados, las niñas cuyas abuelas maternas fumaron en el embarazo tenían un riesgo hasta un 67% mayor de desarrollar algunas características típicas del autismo, caso de déficits en la comunicación y una dependencia exagerada de las rutinas.
Es más; las hijas de madres expuestas al tabaco durante su desarrollo fetal también tuvieron una probabilidad un 53% superior de ser diagnosticadas de un TEA. Una herencia que, sin embargo, no se observó en el caso de los nietos varones.
"Por lo que respecta al mecanismo, existen dos posibilidades: la transmisión de un daño en el ADN hasta la segunda generación o una respuesta adaptativa al humo del tabaco que provoca que las nietas sean más vulnerables a los TEA. La verdad es que no tenemos una explicación para esta diferencia de sexo entre las nietas y los nietos. Pero nuestros estudios previos ya habían mostrado que el tabaquismo de las abuelas se asocia con diferentes patrones de crecimiento en las nietas y nietos", comentó Marcus Pembrey, co-autor de la investigación.
"De forma más específica, sabemos que el tabaco daña el ADN mitocondrial, y que las mitocondrias se transmiten a la siguiente generación únicamente a través del óvulo de la madre. Así, las mutaciones iniciales en las mitocondrias podrían no tener un efecto sobre las propias madres, pero su impacto podría ser mayor cuando fueran finalmente transmitidas a las nietas", explicó.
Los nuevos hallazgos sugieren que cuando una mujer es expuesta al humo del cigarrillo cuando todavía se encuentra en el útero, esta exposición podría afectar a sus óvulos en desarrollo provocando cambios que, a la larga, podrían afectar al desarrollo de sus propios hijos.
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