Alterar y controlar el apetito, el fármaco que combate la obesidad

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En la actualidad conviven en el mundo más de 108 millones de niños y 600 millones de adultos con obesidad. Unas cifras que, además y según alertan los expertos, seguirán creciendo de forma imparable en los próximos años.

Pese a las recomendaciones de las sociedades médicas, no parece que la población esté llevando a cabo hábitos de vida más saludables, como practicar ejercicio y seguir una dieta. Ante esta tesitura, ¿qué se puede hacer? Contar con fármacos eficaces a la hora de controlar el peso. Ahora, investigadores del Colegio Imperial de Londres (Reino Unido) podrían haber dado con la clave para comenzar a desarrollarlos.

"Esperamos que nuestros hallazgos deriven en último término en el desarrollo de fármacos que actúen sobre las hormonas tiroideas como vía para reducir el apetito de una persona y, así, ayudarla a controlar su peso. Hasta ahora no habíamos sido capaces de actuar específicamente sobre estas hormonas sin provocar un gran número de efectos secundarios, pero en nuestro trabajo hemos sido muy específicos sobre las hormonas diana, lo que debería reducir de forma muy significativa los efectos adversos potenciales. Es muy interesante ver hacia dónde nos llevarán estos hallazgos en la futura lucha contra la obesidad", explicó James Gardiner, director de esta investigación.

Los receptores de la hormona tiroidea se encuentran repartidos por todo el organismo e interactúan con las hormonas tiroideas circulantes para regular diversas funciones, caso de la temperatura corporal, la actividad del sistema nervioso o los niveles de colesterol.

Los autores utilizaron 21 ratones con un peso aproximado de 20 gramos. Y lo que hicieron fue inyectar a 10 de estos animales un virus para inactivar los receptores de la hormona tiroidea en sus cerebros. Así, y una vez comprobado que el virus había hecho su efecto, los autores permitieron a todos los animales, inoculados o no, que comieran todo lo que quisieran.

Los resultados mostraron que los ratones en los que se habían inactivado los receptores de la hormona tiroidea comieron mucho, pero mucho más, que sus homónimos, hasta el punto de que doblaron su tamaño corporal y alcanzaron un peso promedio de 40 gramos en solo seis semanas. Por el contrario, los animales a los que no se administró el virus mantuvieron un peso estable en torno a los 20 gramos.

"Los resultados demuestran que el uso de fármacos que actúen específicamente y a nivel local sobre un receptor en un área correcta del cerebro pueden alterar el apetito en modelos animales sin causar ningún otro efecto secundario. Una posibilidad que podría aplicarse en el futuro en los seres humanos, en los que un fármaco podría disminuir el apetito al activar los receptores de la hormona tiroidea en el hipotálamo. Todo ello sin inducir ningún efecto en otras partes del cuerpo", explicó.

"Si nuestros hallazgos pueden ser aplicados en humanos, entonces contaríamos con una nueva diana para el tratamiento farmacológico de la obesidad", refirió James Gardiner.

Los estudios han demostrado que las personas cuyos receptores cerebrales de la hormona tiroidea presentan una actividad ‘disminuida’ suelen, por lo general, tener una mayor tasa de obesidad que el resto de la población. Por tanto, el desarrollo de fármacos capaces de alterar específicamente los niveles de actividad de estos receptores se presenta como una vía muy prometedora para combatir la pandemia de obesidad.

"Dado el justificablemente largo y complejo proceso del desarrollo de fármacos, aún deberemos esperar bastante hasta la obtención de cualquier posible tratamiento que pueda derivar de nuestros resultados. Sin embargo, la contundencia de nuestros hallazgos, así como la duplicación en el tamaño corporal de estos ratones, demuestran que merece la pena continuar investigando el papel de las hormonas tiroideas y de sus receptores en la lucha frente a la obesidad", concluyó. 

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